Este destino, con sus ondulantes colinas verdes, es muy codiciado por evocar a la añorada Francia de antaño, con sus paisajes increíblemente preservados y su naturaleza omnipresente. Con sus colinas de girasoles y campos de trigo en verano, sus bosques de tonos naranja en otoño, sus huertos en flor en primavera, y sus arroyos indómitos y llanuras soleadas en invierno, es el destino ideal para practicar actividades al aire libre como el senderismo, el ciclismo y apacibles cruceros corriente abajo.
Allí la naturaleza revela sus tesoros, como las especies más bellas de la flora y la fauna locales, en la confluencia de los ríos Tarn y Garona en Saint-Nicolas-de-la-Grave, en el bosque de las Landas o a lo largo del río Adour, donde crecen pinos y viven aves y tortugas, como el galápago europeo.
Palmeraie du Sarthou y Jardins de Coursiana, Jardin des Nénuphars Latour Marliac en Temple-sur-Lot, el vivero acuático más antiguo de Francia y el nuevo gabinete de curiosidades botánicas en homenaje a su inventor, Jardin du pélerin en Lauzerte, Jardins de Quercy... todos ellos parajes de alto valor por los que pasear en un entorno botánico cada vez más exuberante.
El senderismo en familia sí que es posible. Los Poï'z, pequeños embajadores de una insólita búsqueda del tesoro al aire libre, reúnen a las familias para andar y jugar. Medieval, naturaleza, saber artesanal, leyenda... cada uno tiene su especialidad. A lo largo de paseos de 1 a 6 kilómetros, los poï’z desvelan pista a pista los tesoros del patrimonio local. Resulta muy fácil encontrarlos: para comenzar la aventura, basta con descargar en un smartphone la aplicación gratuita «Tèrra Aventura», que está traducida a varios idiomas, entre ellos el inglés y el español.